La agresividad

¿Para quién es este ejercicio?

Si identificas que la agresividad de los demás, dirigida a otros, me desestabiliza, me da miedo o me paraliza es que me devuelve a mi propia agresividad reprimida. Me dice que no se gestionar mi agresividad.

Si mi agresividad me desborda o bien, la disfruto y no le quiero poner límite, esta situación me muestra que estoy preso de un trauma infantil, o que vivo la agresividad que otros no se atrevieron a asumir (por ejemplo, la agresividad larvada que existió entre mis padres y no se atrevieron a enfrentar, la víctima de una agresión que no se atrevió a defenderse, etc.).

Y después de agredir a otro, necesariamente me voy a agredir a mí mismo con el sentimiento de culpa, depresión, algún fracaso, síntomas físicos, etc.

La agresividad es una reacción de supervivencia frente a un abuso de la vida.

Donde el amor herido no pudo llorar, surge la agresividad. Detrás de toda agresividad hay un inmenso dolor bloqueado, a la espera de ser reconocido.

Objetivo: Este ejercicio me permite dar a mi agresividad el espacio que necesita en mí. Nuestra supervivencia tiene una gran deuda de gratitud hacia la agresividad de nuestros ancestros.

La terapia no pasa por revivir el trauma ni expresar la agresividad. No haríamos más que volver a traumatizarnos y aumentar la carga emocional de la ira y de la culpa.

Sigue estas instrucciones:

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1Empiezo amando y honrando mi agresividad, con este ejercicio.

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2Después de centrarme, imagino dos lugares, uno enfrente del otro. En uno imagino mi agresividad, en el otro estoy yo.

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3Primero averiguo lo que sienten ambos, me pongo alternativamente en mi agresividad, luego en mí, durante un minuto, me dejo llevar por el movimiento, no por la emoción. Para conseguirlo me centro mucho.

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4Vuelvo a ponerme en mi agresividad, durante más tiempo. Cuando noto el movimiento estancado, vuelvo a representarme a mí.

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5Le digo “veo el dolor que está detrás de ti”. Y me dejo llevar por el movimiento.

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6Si al cabo de diez minutos no se ha producido el abrazo, lo dejo y retomo el ejercicio dentro de una semana.

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7Si he podido abrazar mi agresividad, disfruto de su fuerza y de su amor, me doy cuenta que su ira ha desaparecido y es todo amor.

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